No contaban con mi astucia by Luis Manuel Ruiz

autor:Luis Manuel Ruiz [Ruiz, Luis Manuel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2021-01-01T00:00:00+00:00

5. ROMPETECHOS

LOS DOMINGOS LA CIUDAD no es la ciudad, sino su ensayo. Con el calor, encima, el escenario se desnuda todavía más y se vuelve casi abstracto. De vez en cuando, un actor sonámbulo renquea por una esquina, olvidado de su papel; las casas del fondo pierden su nitidez, confesando a las claras que sólo constituyen parte de una tramoya; risas, música de radio, comentarios a medias surgen ahogadamente entre bastidores. Uno de los pocos despistados que pasea por el escenario es un hombre delgado, al que el peine ha abierto una raya blanca en el costado izquierdo del cráneo. El hombre delgado está sentado en la escalera de acceso al Instituto Anatómico Forense, detrás de la Facultad de Medicina. Lleva una camisa castaña, algo descolorida en los faldones, y una caja de zapatos que sostiene sobre las rodillas.

De pronto, una segunda figura entra en cuadro: es una mujer, está despeinada, vestida a toda prisa con una camiseta que algún día, en el pasado, hizo publicidad de la Northeastern University.

—Hombre, al fin —Mo Pardo hace como que sonríe, pero también eso es parte del teatro—. Ha sido usted muy cortés al responder al teléfono a mi quinta llamada.

—Libro el fin de semana entero —responde la inspectora Esther Béjar con desgana—. Me lo debían desde antes de las vacaciones. Y si he accedido a venir, ha sido sólo porque hoy me siento generosa. Así que no lo joda todo antes de tiempo con sus gracietas.

Hay algo que ella está a punto de añadir, una frase suplementaria que tiene por protagonistas un láser casero y el trastero de su sótano, pero puesto que acaba de enarbolar la bandera blanca parece mejor callarse por ahora. Aunque no le guste un pelo la manera que tiene de mirarla Mo Pardo, torciendo la ceja derecha como en la representación del plano inclinado en un manual de física.

—Sí… —dice—. Es cierto, tiene usted un buen día. Hoy no ha conseguido Bristol 1, sino 3 por lo menos, ¿verdad?

—Déjeme de porquerías —ella no puede camuflar su asco—. He venido para ver si de una vez tiene usted el detalle de decirme lo que me tiene que decir. Ya le conté lo de la detención de Bruno Clicksilver, o Bernardo Domínguez, que es su nombre de verdad: dijo que no tenía ni idea de lo que significaban las letras de la agenda de Medina. Según usted, son números. Pero ¿números de qué?

—Ya lo dice el viejo y conocido refrán: más vale llegar a tiempo que por diablo —Pardo se pone en pie, con la caja de zapatos entre las manos—. El amor es maravilloso, ¿verdad? Veo que el amor la trata bien. L’amour, c’est partout.

—¿Qué?

—Todo en usted habla de amor. El cabello revuelto y como una zarza a pesar de la reciente ducha, también el olor de las hormonas, a pesar de la ducha. Ha elegido al azar lo primero que tenía en el armario, por lo que se ve, así que ha pasado por su casa exclusivamente para asearse antes de venir: ha dormido fuera, ha pasado la noche fuera, en brazos del amor.

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